Puedes acudir a él siempre que quieras; cuando estudias, mientras ves la tele, a media mañana, por la tarde... siempre. Si necesitas un respiro, una razón para seguir viviendo, si no sabes qué hacer, si te apetece matar a alguien, si quieres llorar.. no lo dudes y hazlo. Es tan simple como sacar un euro del bolsillo, plantarte en la primera tienda que encuentres y escoger: blanco, negro, con leche, relleno de caramelo, con lacasitos, almendras o avellanas. Rallado, en onzas, sobre galletas, pasteles, en helado o incluso a la taza.
Hablamos de unas quinientas ochenta kilocalorías por cada cien gramos, del alimento prohibido en las dietas, del quebradero de cabeza de mucha gente. Pero está tan bueno que me hace olvidar que engorda y, aún siendo consciente de ello, sé que merece la pena.