Ganas de pintarme los labios de rojo, beber hasta olvidar mi nombre, besar a quien me apetezca, mentir a todo el mundo, amanecer en la playa, gritar a todo el que se lo merezca, tatuarme un corazón en el pecho, ponerme un aro en la nariz, escaparme de casa, cometer los siete pecados capitales y quedarme tan tranquila. No sentirme mal. Arrancar ese don y esa desgracia que tengo como acompañante y que no me deja dormir: la conciencia. Ganas de dejar de ser un ser racional por un instante.
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