Prueba a mirar a un bebé a los ojos y dime qué ves. Nada, nada en absoluto; es imposible.
Son demasiado especiales como para que lo entendamos. Los que ya están llenos de prejuicios, ahogados de conocimientos... nunca podrán hacerlo. Porque un niño, al fin y al cabo, tan solo es un niño pero, aún así, es lo único que representa la pura esencia de nuestro ser. La esencia de aquello que todos compartimos y que, por ello, sorprende y encandila a cualquiera con un mínimo de corazón.
Los ojos son el espejo del alma y, cuando te atreves a mantener la mirada ante algo tan poderoso, te das cuenta de la verdadera naturaleza del hombre. De que todos y cada uno de nosotros tenemos algo en común. De que todos, como humanos, tendemos al bien.
Dicho esto, no sé cómo todavía quedan "personas" que se atreven a jugar con nuestra única oportunidad de recuperar aquello que perdemos tarde o temprano: nuestra humanidad. No me cabe en la cabeza cómo alguien puede herir algo tan delicado como es un niño... se escapa de mi razón.
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