sábado, 15 de octubre de 2011

Hasta luego Lucas.

Estoy muy decepcionada, mi sistema inmunológico funciona correctamente. No es que sea hipocondríaca, ni masoca, ni nada de eso... pero es que me tuve que quitar el aro de la oreja. Y no es por nada, pero era mi símbolo de "libertad" y me da rabia. Llevaba mucho tiempo queriendo hacerme un pendiente y así, de repente, se fue todo al traste.
Después de haberme enfrentado a mi madre, de haberme echado alcohol durante tres meses y de encontrar el arito perfecto... va y resulta que mi cuerpo no acepta los metales. Y claro, aquello a lo que llaman sistema inmunitario reaccionó. No sé cómo y muy a mi pesar, pero lo hizo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

eighteen.

  Hoy hace tres días que soy oficialmente "adulta". He dejado que pasase algo de tiempo para poder escribir acerca de las sensaciones que esto ha conllevado, pero creo que voy a tener que dejar espacios en blanco.

  No hay nada nuevo. Tan sólo un dígito, un estúpido dígito, me diferencia de lo que yo era hace 72 horas. Todo sigue completamente igual, todo aquello que antes me parecía mal lo sigo rechazando, todo aquello que veía bien lo sigo aceptando. Sigue sin gustarme el café, sigo estando castigada si no recojo la habitación, sigo vistiendo pijamas de osos y, por supuesto, sigo siendo "el bebé de papá".
  Que sí, que ahora puedo votar, beber, fumar, conducir, abortar, hacerme una cuenta bancaria, poseer un móvil, pirarme de casa, ir a la cárcel...pero... ¿y? La gente piensa que por eso ya voy a cambiar, y no se dan cuenta de que no quiero ver la vida de forma diferente; quiero que mi planeta siga igual.

  No sé por qué todo el mundo se empeña en que esta edad es genial, pero yo, por mi parte, no le veo la gracia. Además, odio los números pares.

domingo, 9 de octubre de 2011

at-last.

Parece que alguien de ahí arriba escuchó la queja de mi última entrada. Parece que desde que la escribí todo ha ido mejor. Lo parece porque he reído y llorado a la vez con muchas personas diferentes, por cosas muy distintas, en lugares completamente dispares... 

No sé si escribir me produce un efecto placebo tras el cual todo aquello de lo que hablo y que no me gusta se vuelve algo más positivo. Quizás verlo por escrito me impacta demasiado y trato de evitarlo. Sí, quizás esta sea la única forma de hacer que me centre, de reflexionar, de ejercer de mi propia psicóloga... 
Probablemente esa sea la razón por la que me encante enmarañar letras hasta conseguir aumentar el volumen de este blog.