domingo, 28 de agosto de 2011

Para empezar diré que es el final.

Ya antes de empezar hubo miedo por mi parte. Incluso antes de decir o hacer nada ya tenía un final escrito, un final que me llevaría al abismo hiciera lo que hiciera. Ahora tengo miedo más que nunca. Miedo a todo, absolutamente todo: a no hablar nunca más, a que hablemos demasiado; a no tener una fotografía contigo, a tenerla; a que desaparezcas de mi vida, a verte; a no volver a oír tu voz, a tenerla pegada a mi almohada cada noche; a olvidarte, a recordarte; a quererte sin quererlo. 

Miedo a que temas cualquiera de las cosas que acabo de enumerar. Miedo a seguir teniendo miedo.
Y ahora, sin saber cómo hacer que desaparezcas, intento asumir que este cuento se ha acabado; que no ha tenido un final feliz y que no habrá un continuará. Lo siento, pero no puedo inventar una segunda parte porque todo lo que intento escribir en un papel se desintegra al instante; se quema... es lo que tiene vivir en el infierno. 

Ahora sólo me queda ver cómo esas cenizas suben hasta el cielo en el que estás y esperar, inútilmente, a que llegue el día en que caigas de allí. Porque, lo quiera o no, tus lágrimas me refrescarán al llegar hasta mí; aquí hace demasiado calor.

miedo.
(Del lat. metus).
Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.

En este caso el daño es autoinducido y, aunque hace tiempo fue real, ahora mismo es mi imaginación la que se ensaña conmigo. Pero el que este daño sea imaginario no quiere decir que deje de ser doloroso ni, por supuesto, que ya no provoque miedo.


Para empezar diré que es el final
no es un final feliz
tan sólo es un final
pero parece ser que ya no hay vuelta atrás.

Sólo te di diamantes de carbón
rompí tu mundo en dos
rompí tu corazón
y ahora tu mundo está burlándose de mí.

Miedo de volver a los infiernos
miedo a que me tengas miedo
a tenerte que olvidar.

Miedo de quererte sin quererlo
de encontrarte de repente
de no verte nunca más.

Oigo tu voz siempre antes de dormir
me acuesto junto a ti
y aunque no estás aquí
en esta oscuridad la claridad eres tú.

Ya sé que es el final
no habrá segunda parte.

Y no sé cómo hacer para borrarte.


-y aquí en el infierno
oigo tu voz.-


jueves, 11 de agosto de 2011

tolay.

Estoy un poco... ¿cómo se dice? ah, sí, cabreada. A mis amigas única y exclusivamente las hago llorar yo. El hecho de que por culpa de un impresentable ellas se tengan que limpiar el rimmel de la cara me repatea el culo. Lo odio y, como suelo cambiar poco de gustos, creo que voy a tener que intervenir en algún asunto. Las mujeres somos muy vengativas y, aunque a veces no lo parezca, nuestro sentido de la amistad y la lealtad vale mucho más que setecientos euros de mierda.

Pd: Por supuesto, conmigo, mis amigas, solamente lloran de la risa.



lunes, 1 de agosto de 2011

secuestro.

  Este verano no está resultando ser aquel que me habían prometido. Todo el mundo se atrevió a asegurarme que estos serían los mejores tres meses de mi vida y, como la gente osada suele hacer, se equivocaron. Me vendieron carbón como si fuera plata y ahora soy yo la que sale perjudicada. Bueno, yo no, mi ego. 

  Es mi ego el que me lleva a pensar que soy desafortunada. Es mi ego el que me hace sentir infeliz. Y es mi ego el que escribe esta entrada. Porque yo, en realidad, sé que tengo mucha suerte. De hecho tengo muchísima y aún así, dejo que mi mente se apodere de la verdadera Lidia. 

  Lidia sabe que probablemente los demás se lo estén pasando en grande, pero también sabe que no todos. Porque hay millones de personas que no tienen un plato del que comer, un techo bajo el que dormir, una familia que les arrope y unos amigos que les despierten. Sin embargo ella sí que lo tiene todo a su disposición. 
Hay un dicho que afirma lo siguiente: mal de muchos, consuelo de tontos. Pues bien, hasta que mi ego no se dé cuenta de lo tonta y estúpida que soy, no me dejará vivir en paz. O al menos eso creo.

mecagoenmieducación.

Nunca peor dicho.

Por su culpa estoy convirtiendo en una maleducada. Paradójico ¿verdad? como todo en mi vida.
    Welcome to my world.