viernes, 31 de diciembre de 2010

Soy sumamente odiosa.

A veces me odio a mí misma por odiar tantas cosas: Detesto equivocarme, que mi padre me regañe, que me digan que les he decepcionado, llegar tarde, que me dejen plantada, que me llamen niñata, el café, los anuncios de gente perfecta, los programas de cotilleo, que me miren de arriba abajo, los tíos que te miran al culo y luego a los ojos, la palabra “liarse”, que se me olvide un sueño, que me mientan, que me griten, que me empujen, los lugares con mucha gente, ir al dentista, que me den un beso o un abrazo sin sentido, las collejas, el humo, los bichos, dar rodeos, los textos que están sin justificar, que me lleven la contraria si estoy segura de tener razón, el chirrido que hace el cuchillo con el plato al cortar algo, que un niño pequeño me vacile, lo indecisa que soy, beber sin sed, que la gente bebida me toque las narices, odio no poder andar sola por la calle a las tres de la madrugada, llevar falda, los tacones, las discusiones, la política, los políticos, las corridas de toros, que se rían de otros, que hablen en catalán si estoy presente, el sonido del metal que hace la gente que muerde el tenedor al comer, estar enferma, perder el bus, quedarme sin saldo, las inyecciones, que se me cuelen, las pelis moñas, el perfume de vainilla, dormir con calcetines, que se me rompa la mina, ordenar la habitación, que mis converse tengan la puntera blanca como la nieve, que me apaguen la tele, no poder reírme en clase, que se enfaden conmigo, no entender algo, que me den excusas malas, el transporte público, a la gente que dice “qué asco” a la comida en lugar de “no me gusta”, madrugar, ir de compras, las injusticias, la leche sola, no tener una banda, no poder cantar por la calle, que se me olviden cosas, la gente maleducada, leer, las rutinas, la frialdad de algunos, que me quiten el plato en un restaurante cuando aún no he terminado, que idealicen la navidad, que me chantajeen, que hablen de mí a mis espaldas, que el agua de la ducha salga fría, que pasen de mí, que me muevan mientras dibujo o escribo, que me caiga una gotera en la cabeza, que el viento le dé la vuelta a mi paraguas, que al llamar a alguien me salte el contestador, tener calor y cuando vas a bañarte al mar notar el agua helada, pisar una baldosa suelta por la calle y que me salpique, no tener carnet de conducir, que me tiren de los mofletes, que me arruguen los apuntes, que pinten los libros y mucho más que los quemen. Tampoco me gustan los idiotas, los faltosos, los caprichosos, los chulos, los irresponsables, los que se ríen sólo para quedar bien, los que primero hablan y luego piensan, los que hablan sin saber, los vagos, los listillos, los que chocan contigo aposta por la calle, los que no saben estar en silencio, etc. Aborrezco las normas y en general odio todo lo que se sale fuera de lo normal pero, sobre todo, SOBRE TODO, odio que cuando pasen lista digan: “Moral Fernández, Lidia del” en lugar de “del Moral Fernández, Lidia” jaja.

jueves, 30 de diciembre de 2010

No te tapes la cara.

Puedo incluso llegar a comprender una mínima parte de la ideología nazi. Aquella en la que se pretende suprimir todo resquicio de sentimiento en la raza humana. Aunque no lo creas, nosotros lo hacemos. El por qué es muy simple; mostrar esos sentimientos nos hace vulnerables ante los demás, nos vuelve débiles y no queremos.
Cuando lloramos escondemos el rostro. Ponemos las manos delante de nuestra boca inconscientemente porque nuestro instinto sabe que algunos, tras ver eso, se podrán aprovechar. Conocen  aquello en lo que flaqueamos, nuestro talón de Aquiles.

Querer deshacernos de eso que nos hace débiles, nos convertiría en superhombres según  Nietzsche. Pero no, sería una auténtica barbaridad. Porque precisamente ESO es lo que nos convierte en hombres y no en bestias. El superhombre no existe, olvídate. Los nazis no tienen excusa.

martes, 28 de diciembre de 2010

Selfishness.

Llegado a este punto sólo me queda fiarme de mí misma. Es egoísta y lo sé, pero es que estoy un poco harta de enmendar errores ajenos. De deshacer lo ya hecho, de perder el tiempo.. Y, es que en realidad, la culpa es mía, me pasa por pedir favores. Cada vez lo hago menos porque sé que suelen fallarme. Pero todo va a cambiar a partir de ahora. Me encargaré yo sola de todo lo mío sin necesidad de una mano que me saque del lodo. Al menos extraigo una buena lección de todo esto: Si tienes una carga no le pidas a tu compañero que la lleve porque puede que se le caiga al suelo y, al final, te sentirás tú responsable del desastre.

lunes, 27 de diciembre de 2010

shh.

Poca gente lo sabe pero solo hay una forma de hacerme entrar en razón cuando algo me saca de mis casillas. Si tengo miedo, estoy a punto de gritar, llorar o.. matar, lo único que me puede parar en ese instante es que alguien pronuncie las cuatro letras correctas. Una combinación tan simple pero tan poderosa… Es como un botón de stand by que venía de serie. Me paraliza y me vuelve completamente manejable. Es difícil llegar a descubrirlo por ti mismo, de hecho nunca se lo he contado a nadie, pero es cierto. Y es tan simple como juntar una ele, una i, una de y la otra letra.. ¿te imaginas cuál es? Te doy una pista si no se lo dices a nadie: es mi nombre sin a.

domingo, 26 de diciembre de 2010

me.

Mi madre es francesa pero no hablo francés, ni siquiera ella. Mi padre nació en Barcelona pero ni él ni yo hablamos catalán. Mi abuela es portuguesa, su marido español. Mi otra abuela es de León y mi otro abuelo no sé ni de dónde procede, pero ha estado en más lugares que tú y que yo juntos. Con esa mezcla era de suponer que yo no saldría muy normal:

  Odio la lluvia pero me encanta mojarme con ella mientras corro. Disfruto abrigándome cuando hace frío y sufro cuando hace mucho calor. Me encanta cómo huele el invierno pero no lo cambiaría por una noche de verano. Adoro los pantalones pitillo, mis converse rotas y los gorros de pompón. No soporto el tabaco y tan solo el olor del alcohol me quita las ganas de beberlo. No me gusta estar en sitios donde hay mucha gente y aunque haya poca, si no la conozco, me resisto a permanecer. Escucho música que ninguna de mis amigas aprecia. Cada vez odio más el pop y nunca me gustó el rock español. Soy tan perfeccionista que llego a desquiciar. Aún así, soy un desastre, tan desordenada… eso sí, en cuanto se dobla la esquina de una hoja me pongo histérica. Voy corriendo a todas partes porque normalmente llego tarde, aunque, odio ser impuntual. Siempre intento empezar  la casa por el tejado y siempre acaba quedando perfecta no sé cómo. Odio que no me digan la verdad, que me oculten cosas y que hablen a mis espaldas. Soy incapaz de decir una mentira y eso a veces me trae problemas. Soy fría y despegada pero aprecio a mis amigos y a mi familia como nadie. Odio llorar y a veces no me queda más remedio. Pero me encanta reír, que se rían, de mí si hace falta. Me aburre la monotonía y dicen que estoy loca. Como me dijo un amigo padezco el síndrome de culo inquieto y se me va la olla. Si por mí fuese sería cantante de rock, bailarina, surfera, fotógrafa  y un millón de cosas más. Dicen que soy inteligente sólo porque saco buenas notas pero no es cierto. No me gusta leer, quizás porque nunca lo intenté. Cada vez le tengo más asco a la gente que hiere a los demás con sus palabras porque sí, sin ningún motivo. Nunca podría llegar a hacer daño a alguien, aunque odiase a esa persona. No me tomo la justicia por mi mano, simplemente espero a que el tiempo haga su trabajo y ponga a cada uno en su lugar. Invento las mejores excusas para cada situación aunque luego las desmiento. Siempre tengo algo que decir y dicen que parezco un tío por cómo actúo. Adoro el silencio pero me chifla cantar a voces. Soy una indecisa. Me caracterizo por mi pasotismo y odio depender de alguien. Pero lo peor de todo es que no sé lo que seré dentro de 3 o 4 años porque, hace dos, no estaba ni la mitad de pirada de lo que estoy ahora.


No sé si tendré la constancia necesaria como para llevar este blog más o menos al día, como dije antes, me aburro con facilidad. Pero lo intentaré. Por cierto, mi nombre es Lidia.