domingo, 6 de febrero de 2011

.e-v-o-l

No es de color de rosa y ni siquiera viste de azul. Es amargo, sufrido y te hace llorar. Te provoca insomnio, te acelera el pulso y te nubla la mente. Con él unas veces flotas en una nube y otras te estrellas contra el asfalto. Hace que seas único, que te falte el aire, que lo dejes todo y que sólo pienses en una cosa. Te lleva a detestar, odiar y desear a la vez. Te vuelve vulnerable, mudo de repente y absurdo al abrir la boca. Te traslada a la inocencia de la infancia mientras dura, y al eterno infierno cuando se acaba. NADIE puede hacer que te lo saques de la cabeza y nadie puede curar las quemaduras que te deja. Convierte una caricia en una fortuna y un instante en una eternidad. Te conmueve y te exaspera, te arrastra y te eleva. Te engaña y te vuelve irascible. Acaba contigo lentamente y te roba la esencia. Te cautiva hasta que olvidas quién eres, hasta que llegas a pensar que el amor no existe.

"El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta.
El amor nunca falla." 1Cor. 13: 4-8



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