sábado, 5 de febrero de 2011

"-Si desapareces, ¿cómo perdurarán mis recuerdos?"


Antiguamente, hace cientos de años, el día de tu nacimiento daba igual. Nadie dejaba reflejado en ningún sitio que existías, pero a medida que pasaban las décadas te convertías en alguien. Tu nombre pasaba a tener un significado y el recuerdo de tu vida dependía de la reputación que te hubieras labrado. Entonces, cuando morías, alguien se encargaba de escribir la fecha de tu fallecimiento. Se encargaba de grabar en un pergamino tus méritos y tu historia. Ese día era el que de verdad importaba entonces. Si tu vida era de despreciar, si nadie quería recordarte, precisamente eso es lo que se hacía; despreciar tu existencia y dejar en el olvido tu paso por la tierra. 

Hoy en día todo el mundo consta en el censo. Seas quien seas anda apuntado por alguna parte. Pero esto no cambia nada. Sólo unos pocos son los recordados eternamente, generación tras generación. El resto, desaparecemos como si nada hubiese pasado. Y es que, por muchas fotos que te hagan, por muchos escritos que dejes y por muy alto que grites, si los que te conocen acaban también en el olvido, cuando esto ocurra, morirás por completo.

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