sábado, 28 de mayo de 2011

rip.

 No me llames suicida, tampoco loca. Pero si ahora mismo dejase de existir no me importaría; no creo en el infierno y tan solo me vería sumida en un tranquilo, profundo y casi eterno sueño. No me daría igual pero bueno, qué le vamos a hacer… Estaría muerta, como el resto de miles de millones que ya lo están, no peor que ellos. 

 De hecho, no sé por qué la gente teme a la muerte. Es mucho peor estar muerto en vida que bajo tierra; es mucho peor tener insomnio que estar “dormido”... No tengo miedo de que un día un hombre sin rostro y con capa negra llame a mi puerta, porque sólo temo al dolor. Tengo la suerte de no haberlo padecido nunca pero no me hace falta pasar por ello para saber lo que éste es capaz de hacer sentir. Hay gente que busca el fin de su vida tan solo para acabar con él y para mí, sólo saber eso ya es suficiente… 

 Repito que no estoy loca; sé que si mi existencia terminase ahora me perdería sensaciones increíbles, experiencias irrepetibles… en definitiva, una vida. Aún así, lo asumiría, porque no me queda más remedio.    Eso sí, hay una cosa que haría que las leyes de la naturaleza se dieran la vuelta e interrumpiesen mi descanso eterno. Tan solo una cosa. 

 Solamente haría falta una lágrima derramada sobre mi lápida para burlar al mismísimo Dios e inducirme dolor una vez muerta. Porque ésta se filtraría a través de la tierra y entraría en mi ataúd provocando mi despertar; haciendo que me revolviese dentro de mi propia tumba. 

 No podría soportar ni un solo llanto por mí; un gemido me daría la fuerza suficiente como para arrancar el césped con mis dedos y secar la cara de aquel que llorase, cerrar la boca del que gimiese… 

¿Por qué ha de sufrir alguien si ya no estoy, si ni yo lo hago? Cuando el señor de la guadaña venga a por mí, piensa que ni siquiera me estaré enterando de ello; así que tú, haz como si tampoco te enterases. Simplemente vive y recuerda que a mí nunca me importó estar en compañía de mis colegas milenarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario